Irresistible

Que nadie note que nos buscamos
con el empecinamiento del sol
al querer asaltar la bruma,
que nadie note que el canto de las aves
hace eco cuando revolotean
sobre nuestras siluetas jadeantes,
que nadie note lo sutil y delicado del frío
que se cuela por el pasto de nuestros sueños
cuando el remanso nos sorprende,
que nadie note la línea casi invisible
entre lo cóncavo y lo convexo
y la implosión que se origina cada vez
que flotamos en la conjunción de ambas,
que nadie note que nos buscamos,
queriendo encontrarnos